Hablar de códigos QR ya no es una novedad. Para ser más específicos hace bastante tiempo que dejó de serlo, aunque siempre habrán despistad@s que no sepan lo que son. Cuando vamos por la calle nos los encontramos en marquesinas, vallas publicitarias, en los autobuses, en los taxis, impresos sobre folios en blanco y pegados en farolas… vamos, parece que cualquier lugar es bueno. Error, no lo es. Porque sea algo «novedoso» no hace falta que empapelemos la ciudad/pueblo/barrio con cuadraditos blancos y negros (también hay de colores, pero menos) sin sentido y mucho menos si no existe una estrategia detrás, algo que explique con fundamento el por qué de esa inversión económica.
Con el auge de los smartphones, y el rotundo éxito que es para las operadoras telefónicas el llevar sí o sí internet en el móvil, los códigos QR han ido apareciendo como setas: folletos, revistas, envases de comidas y bebidas, tarjetas de visita, etc. Como suele pasar con todas las novedades pseudo-tecnológicas, estamos saturando el mercado. ¿Qué beneficio obtengo por escanear uno cuando me lleva a una página web y esta no está optimizada para verla en la pantalla del móvil? No hace falta ni que responda.
Ahora bien, un código QR bien utilizado siempre tiene las de ganar y más cuando se sabe que tienen una gran capacidad de almacenamiento, son legibles en 360º, son poco delicados y gracias a que como mínimo tiene que tener unos 2,5 cm de lado para que se lea correctamente ahorra tinta de impresión. ¡Todo ventajas si sabemos utilizarlos con un objetivo! Aquí va una recomendación de usuario y gratis: Evita siempre que nos lleve a una web. Soy bastante repetitivo, pero es que me sacan de quicio. Hacer esto es una pérdida de tiempo y de dinero, hace falta tener un objetivo, definir un target y llevar a cabo una estrategia. No es difícil, sólo hay que sentarse a pensar con un papel y un boli/lápiz. ¿No tienes tiempo para esto? Vale, sigue tirando tu dinero a la basura.
Si veo un código QR en un brick de zumo y lo leo, ¿por qué no me muestra un vídeo con el proceso desde que se recolecta la fruta hasta que se convierte en zumo? Si voy a un restaurante y hay un código QR en la carta al lado de la web y los logos de Facebook y Twitter, ¿por qué no me lleva a un juego con preguntas sobre el restaurante (o lo que sea) para matar el tiempo hasta que me sirvan la comida? Si estoy en un museo y escaneo un código QR que hay al lado de un cuadro, ¿no estaría bien leer (o escuchar) la información del mismo en mi teléfono mientras lo contemplo sentado frente a él? Son ejemplos simples, fáciles de aplicar y nada descabellados.
Y ahora unos vídeos curiosos de cómo utilizar los códigos QR con sentido común, sobre todo pensando en el usuario y ejemplos para tener muy en cuenta:
QR Code Condoms Promote Safe Sex: Esta acción se llevó a cabo en Estocolmo durante el verano del 2011, con ella pretendían, además de fomentar el uso del preservativo para evitar embarazos no deseados y el contagio de ETS, que la población joven fuera parte fundamental de unas curiosas estadísticas sexuales. Hay que verlo para entenderlo.
QR Code made with portuguese cobblestone: Esta acción turística ha dado la vuelta al mundo en muy poco tiempo (lleva en Youtube desde septiembre) y en ella se han utilizado los históricos adoquines de Chiado, el barrio más bohemio y alternativo de Lisboa, para formar con ellos unos enormes códigos QR. Innovar no es tan difícil, sólo hay que abrir los ojos y expandir la mente. Por cierto, te recomiendo que veas el vídeo hasta el final.
Invisible Maps: Este proyecto barcelonés plantea la creación de mapas del patrimonio «invisible» de Barcelona a través de códigos QR. Lo que pretenden es recuperar los recuerdos de cada rincón de la ciudad con la participación del ciudadano. ¿Cómo? Usando códigos QR, destacando hechos y lugares e interactuando con el territorio y su historia a través de la tecnología móvil. ¡Me encanta!
Ahora que ya conoces un poco más el gran potencial que tienen los códigos QR bien empleados, podrás tener una visión crítica cuando te los encuentres por la calle o ¿quién sabe si algún día se te ocurre una idea para hacer la estrategia adecuada utilizando estos cuadraditos? Sea así o no, por lo menos me quedo tranquilo al saber que conoces lo que no tienes que hacer.
Imagen de clevercupcakes en Flickr, bajo licencia Creative Commons.
Las posibilidades que nos ofrecen los códigos QR, así como las nuevas tecnologías (este «nuevo mundo»), hay que potenciarlas y saber cómo hacerlo, pues, como dices, no pueden usarse sin lógica alguna, sólo con el fin de modernizar la empresa, sino con una clara estrategia. En el ámbito en el que me estoy moviendo, en el museo y patrimonio, los códigos QR pueden ser muy interesantes, llevándote en las colecciones a contemplar su origen, a explicarte el lugar donde tal pieza se encontró, a enseñarte las restauraciones que ha sufrido un cuadro, etc. Es como has comentado: hay que saber utilizarlos de un modo adecuado. Y así, el lunes pasado fui a una jornada en la que se explicaba la importancia de la tecnología en el nuevo museo y su revolucionario futuro.
¡Enhorabuena de nuevo por el post! Los vídeos me han parecido alucinantes, sobre todo la iniciativa de Estocolmo.
Efectivamente Marian, el gran potencial que tienen los códigos QR en el mundo del arte general y del museo en particular debería ser aprovechado. ¿Quién será el pionero?
¡Mil gracias por tu aporte! ;-)
[…] Si utilizas códigos QR, hazlo con sentido común […]
Muy buen post Juando, la verdad es que los códigos QR nos ofrecen un sinfín de posibilidades pero no todos las aprovechan debidamente. Al igual que a ti se me ocurren muchos ejemplos de aprovechamiento de estos códigos. Tienes razón en el tema de que te dirijan a una web, suele ser más lioso para el usuario y probablemente tarde muy pocos segundos en cerrarla. No estaría mal que en los carteles de conciertos o incluso en los cds de música hubieran códigos que te permitieran escuchar en tu móvil alguna canción. Enhorabuena por el post, da gusto leerte. Saludos
Gracias Sergio, lo de que te lleven a una web es de traca y un mal ejemplo cercano de qué es lo que no hay que hacer son los QR que hay en el plástico de las pizzas de Casa Tarradellas. Mal, muy mal.
Como dices, con un poco de ingenio hasta se podrían escuchar fragmentos musicales de grupos o cantantes. Es cuestión de ver más allá y no justo delante de nuestra nariz.
Un saludo y me alegro de verte por aquí! ;-)
[…] Os dejamos un enlace a un post de Juan Domingo Antón que nos ha gustado mucho y que nos ofrece opciones para hacer un buen uso comercial de los códigos QR: “Si utilizas códigos QR, hazlo con sentido común” […]