Reconozco que me hubiese gustado estar entre los 67.000 visitantes del Mobile World Congress que se celebró en Barcelona la semana pasada, pero con el ajuste económico que estamos sufriendo, uno no puede permitirse una entrada que ronda entre los 600 y 4.000 euros. Convertida oficialmente en la Capital Mundial del Móvil (hasta 2018 seguro), tras la ganarle la partida a París, Múnich y Milán, y gracias a que Cannes se quedó pequeña (ellos ya tienen su festival de cine); Barcelona está aprovechando de la mejor forma posible los 300 millones de euros de impacto económico que ha dejado en la ciudad este evento.
Un impacto que ha ido a parar casi directamente al sector turístico, el presumible motor económico del país. Pero en la calle nos hacemos otras preguntas. Porque sí, tal vez los hoteles de 4 y 5 estrellas de la ciudad han estado al máximo de su ocupación y los restaurantes y salas de fiestas más chic han hecho su agosto particular, pero ¿y el ciudadano de a pie dónde lo nota? Barcelona ha ofrecido una imagen distorsionada de la realidad a través de los medios de comunicación. Los empresarios y ejecutivos dentro del recinto, fuera con manifestaciones en contra de los recortes en educación y entre medias un cordón policial, ¿para esto sí y para lo que importa de verdad qué?
La noche anterior a la inauguración los servicios de transporte de metro y autobuses de Barcelona desconvocaban las huelgas que tenían previstas, ¿casualidad? La seguridad movilizada en torno al MWC se había reforzado para que disminuyeran las 257 denuncias de robos, estafas y falsificaciones que se produjeron el año pasado, lo han conseguido ¿pero a qué precio? ¿cuanto ha costado de verdad todo esto?
Para este post he pensado que no debería ser yo el que diera su visión turística sobre el tema, así que le he pedido su opinión a otros expertos:
Fran García, publicista, nos dice: Las recientes manifestaciones en España, y más concretamente en Barcelona, dan una lamentable imagen de nuestro país y puede provocar el rechazo de las multinacionales que ven en una ciudad como Barcelona una inmejorable sede para la realización de eventos y congresos como el MWC. Algo que no es casualidad, porque se trata de una ciudad con una gran concentración de grupos anti-sistemas.
¿Qué imagen damos a estas multinacionales que mueven millones de euros? ¿Volverán a tomar como sede Barcelona para próximos congresos? Personalmente considero que es lícito salir a la calle y manifestarse por lo que cada uno considere justo, pero se debe respetar la armonía de una ciudad por el bien común. Es más, me inclinaría a sugerir a los manifestantes que se manifiestan que con todos sus derechos, que se separen de estos grupos de personas que no miran por el bien común, ni siquiera por su bien. Solamente ven en la acumulación de gente una vía de escape para sacar sus instintos más salvajes. Al igual que ocurre en el fútbol, dónde no son los aficionados a este deporte los que provocan las peleas y disturbios, sino los cuatro de siempre que se esconden tras una masa de gente para provocar altercados.
Por este motivo tenemos que plantearnos que camino debemos escoger. Uno de altercados y revueltas al estilo “Heleno” y de las “Primaveras Árabes”. O uno en donde defendamos nuestros intereses con respeto hacia los demás y donde la imagen del país quede reforzada como modelo y ejemplo. Sin duda alguna este segundo camino se supo hacer durante la transición. ¿Acaso con los años España se ha vuelto más incivilizada?
Marian Tristán, humanista, reflexiona: Todos tenemos derecho a manifestarnos, y más en esta época en la que hay muchas cosas que rebatirle a los gobiernos. Pero lo que no contempla el derecho es hacerlo de forma violenta, por lo que los sucesos ocurridos en Barcelona el pasado día 29 están justificadamente “condenados”. Cualquier hecho violento degenera la imagen de un país, incluida su imagen turística. Creo que todos -o muchos- pensamos que si un lugar no es lo suficientemente seguro, si no va a salvaguardarnos de los peligros, es mejor no pisarlo. Un claro y actual ejemplo es el de Grecia, donde las revueltas estudiantiles han llegado a un punto insostenible; a raíz de la crisis por la que atraviesa el país y, en consecuencia, de las manifestaciones, se podría decir que Grecia ya no es lo que era y que, muy posiblemente, su sector turístico caerá en picado (si es que no ha caído ya…). Creo que España está siguiendo el mal ejemplo de Grecia, no porque haya decidido manifestarse, lo cual es totalmente lícito -y personalmente apoyo-, sino porque las revueltas han cruzado la línea y se han vuelto agresivas. Otro ejemplo es el del Mundo Árabe: la inseguridad que han generado las revueltas árabes ha repercutido en el turismo; yo misma me quedé aliviada cuando, en su momento, mis compañeros humanistas y yo decidimos no contratar el viaje de fin de carrera a Egipto, puesto que las revueltas en El Cairo comenzaron en la época en la que nosotros hubiésemos estado allí. Uno de los puntos clave para elegir un sitio al que viajar es, bajo mi perspectiva, la seguridad. Sin embargo, no se tiene porqué seguir siempre esta “regla”, ya que Israel, pese a su gran inseguridad, recibe una media al año de 4 millones de turistas. También Egipto, antes de las revueltas de 2011, acogía a millones de turistas, a pesar de que éstos son el blanco de los radicales islamistas.
También hay que tener en cuenta que, cuando un país o ciudad se manifiesta es porque el “pueblo” está descontento o no está de acuerdo con algo. Lo que planteo es que ese país puede haber “autogenerado” una imagen manchada previamente a las revueltas violentas, que ya puede tener una mala imagen y que las manifestaciones no hacen más que corroborar esa nueva y mala perspectiva. Es decir, que España, desde el inicio de la crisis económica, ya arrastra una imagen internacional nefasta, lo cual no tiene porqué repercutir a los turistas, que llegan y se aprovechan de las ofertas que compañías aéreas y hoteles españoles lanzan para hacer frente a la crisis.
Rebeca Aparicio, educadora, nos cuenta: Dejando por un momento a un lado la imagen en cuanto a promoción turística, la imagen de España como país es absolutamente importante en un momento como este, sobre todo en cuanto a cómo nos ven en Europa. Estamos en la cuerda floja, la UE nos exige y exigirá una disciplina económica que dudo podamos alcanzar, y lo último que nos falta es “parecernos” más a Grecia. Por otra parte el hecho de que se hayan sucedido manifestaciones masivas en ciudades importantes en el último año implica un descontento ante la política española, lo cual debilita la credibilidad del Gobierno y vislumbra un país desconforme y poco unido.
En cuanto a nuestra imagen, turísticamente hablando, no creo que afecte de forma grave. En primer lugar, Barcelona, o mejor dicho una minoría de jóvenes de ella, suele manifestarse de esta forma violenta desde hace mucho y por distintas razones, y ello no ha supuesto un problema real para el turismo, al menos que yo sepa. En segundo lugar, las manifestaciones como la de Barcelona no pueden compararse con las que ocurrieron, por ejemplo, en Grecia, y mucho menos aún con las de la Primavera Árabe. Un turista puede sentir temor a viajar a Egipto o Siria durante las manifestaciones porque allí las consecuencias pueden ser nefastas de verdad. En Barcelona el límite de violencia al que puede llegar una manifestación es al que ya han llegado: destrozos, quema de contenedores, roturas de cristales a entidades bancarias, conflictos con la policía, etc., y por supuesto causadas por una minoría que suele ser radical y que carece de sentido común y civismo. Por último, normalmente los eventos que se celebran no se ven afectados por las manifestaciones, pues suelen celebrarse en recintos aislados o en edificios situados en el centro histórico o de negocios de la ciudad, donde se descarga un mayor control policial.
Por todo ello creo que, aunque las manifestaciones pueden denostar la imagen de nuestro país, no afectarán tan peyorativamente como puede pensarse. Y, sin ninguna duda, debe imperar el derecho a manifestarse en detrimento de la imagen porque un país democrático debe defender la libertad de expresión y reunión de sus ciudadanos ante todo. Es un derecho básico que no pueden negarnos. Eso sí, los ciudadanos deben tener cabeza… Y por eso es necesario que se eduque en valores y ciudadanía a la sociedad. Y, con ello, los adultos y jóvenes que se manifiestan y cometen actos violentos, así como los que no se manifiestan e incluso lo castigan, deberían tener un mínimo de respeto, civismo y empatía con el resto de personas que están totalmente en su derecho a manifestarse de forma libre y pacífica, con los medios adecuados, por algo que les parece injusto y por lo que creen que es importante luchar. Y esa lucha es una lucha con razones justificadas, ética, lógica y palabras… no con fuego, violencia física y violencia verbal. La violencia no puede curarse con más violencia.
Esta reflexión viene dada por la imagen que seguro se ha llevado Inacia You de Barcelona, una joven china representante de la empresa ZTE que pisaba Europa por primera vez, y que no se quedó con las obras de Gaudí, ni con las tapas, ni con las fuentes de Montjuic, sino con las manifestaciones. Una pena.
Imágenes de Flickr: arriba a la derecha y centro a la izquierda de feuilllu, abajo a la derecha de imagenenaccion bajo licencia CC.
Es que así no se puede vivir, si te manifiestas porque tu gobierno hace las cosas mal, no puedes hacerlo pensando, encima, en que estás creando una mala imagen para el país, el que ha creado esa imagen son sus gobernantes, la gente sólo pide que se arreglen la cosas. Y realmente no sé hasta que punto puede afectar las manifestaciones de forma violenta, porque está claro que no afectan de forma positiva, pero visitar un país y ver que tienes a «media ciudad» con protestas da mala imagen igualmente, no creo que los actos violentos agraven mucho más la situación. Como ejemplo están las manifestaciones de hace uno o dos años en Reino Unido(se de los JJOO) y Brasil con un elevado porcentaje de delincuencia (sede del Mundial de fútbol), ambas creo que siguen siendo bastante visitadas…
Que alguien me corrija si me equivoco, xD.
Evidentemente no se pueden hacer las cosas pensando de qué forma o cómo van afectar tus acciones, en este caso las manifestaciones, a la imagen del país.
El civismo debe imperar sobre todas las cosas, más incluso que el derecho a manifestarse. Así que si una manifestación termina apareciendo en los medios de comunicación porque se han producido altercados violentos, esa es la imagen que se está ofreciendo y si además a esto le añadimos la celebración en la misma ciudad del MWC pues no creo que sea la adecuada.
¿Tú cuando ves los altercados producidos en Reino Unido y Brasil qué imagen te dan? Países que reciben millones de visitantes, sí, pero no al nivel de España. Somos el 4º país del mundo en llegadas de turistas, no quiero imaginarme dónde (ni cómo) estaríamos ahora mismo sin el turismo.
Gracias por tu opinión Alejandro! ;-)