Escribir sobre Benidorm es meterse en un berenjenal, sí o sí. Si escribes sobre sus bondades, te llueven críticas desde todas partes y, si escribes sobre sus maldades, también. Eso sí, todos tenemos algo que decir, a nadie le deja indiferente; el posicionamiento, creo que lo hacen llamar ahora. Todo el mundo se cree un experto cuando se pone a escribir (o hablar) sobre Benidorm. Dicen (o escriben) por ahí que no es una ciudad de términos medios, sino más bien de extremos; que te puede gustar tanto que siempre que puedes haces una escapada o la puedes odiar tanto que cuando ves (u oyes) el más mínimo comentario positivo te empieza a subir un calor por el cuello que te pone de mala leche. Vamos, que tirando de dicho: para gustos, colores.
Pues bien, yo también voy a meterme en este berenjenal llamado Benidorm, la ciudad más famosa de España y casi de media Europa, turísticamente hablando, un ejemplo a seguir por otros municipios del litoral mediterráneo. Es, sin duda, un referente en el modelo sol y playa, un modelo turístico del que lleva viviendo desde finales de los años 50, con el boom del turismo de masas, y del que ahora, con una atractiva y amplia oferta complementaria, renace cual ave fénix ¿de sus cenizas?. Tranquilos, Benidorm no ha muerto y tampoco tiene pensamiento, sigue vivo y con muchas ganas de juerga. Una juerga que este año ha durado hasta el amanecer, ya que las tasas de ocupación hotelera han mejorado en época estival las del 2007, el mejor año de la historia en cifras turísticas. Vale, ahora es cuando algunos sacan las uñas, debido a que una alta ocupación no siempre conlleva un aumento de la rentabilidad. Toda la razón del mundo, pero si no se hubiesen producido las revueltas árabes (máximos competidores del modelo sol y playa), los ingleses, italianos, franceses, holandeses y rusos no habrían elegido Benidorm como destino refugio. Lo se, ahora mismo me acaban de hacer la cruz, pero ¡a veces es bueno ser un destino refugio!
Estoy seguro que tiempo atrás se hicieron las cosas tan bien que el que pasó sus vacaciones en Benidorm todavía se acuerda de ellas: sabe que tiene garantizado un sol que en su país no tiene, con unas playas de arena dorada y de aguas limpias y transparentes, con la temperatura perfecta; pero, además, de un alojamiento de calidad, unos restaurantes donde disfrutar de la gastronomía autóctona o de más allá, una amplia oferta de campos de golf, parques de atracciones, zonas de fiesta, etc. que seguramente otros países, compitiendo por precio y exotismo, no pueden ofrecer. No, (todavía) no me pagan por promocionar Benidorm. Pero uno se cansa de leer y escuchar a gente criticando un modelo de ciudad que vive por y para el turismo, capaz de atraer casi dos millones de turistas al año, que se dice pronto.
Detrás de todo ello, un alcalde visionario como Pedro Zaragoza convirtió su pequeño pueblo de pescadores en lo que ahora muchos expertos llaman la “ociurbe” del siglo XXI. Su modelo urbanístico, de grandes avenidas en forma de cuadrícula, similar al de las ciudades de la Costa Azul, está considerado como uno de los más vanguardistas y revolucionarios de su época. Además, se permitió levantar edificios sin límite de altura a cambio de reservar espacio libre alrededor de las torres; así se aseguró que muchas viviendas pudieran disfrutar de la luz del sol y las vistas al mar. Como curiosidad, decir que Le Corbusier veía la perfección en este modelo urbanístico, ya que rechazaba el alineamiento de los edificios al borde de las calles para que sólo una pequeña parte de los habitantes disfrutaran del sol.
Pero la actualidad más rabiosa muestra la sostenibilidad del modelo Benidorm, algo así como el “Benidorm Effect” del que habla Isaac Vidal. Pues bien, del informe encargado por Thomson Holidays y realizado por The Future Laboratory se puede extraer una idea clara, que el “high density, low impact” es lo más, así que Benidorm debería ser un modelo a seguir en materia de sostenibilidad. ¿Por qué? Porque su visionaria construcción permite que se consuman menos hectáreas de suelo y que, además, en ella se puedan alojar muchas más personas; porque se consume menos agua con mucha más población que en los años setenta; porque la construcción vertical no necesita de una urbanización extensiva depredadora de terreno y de recursos; porque posee un ambiente de calle y de vida urbana que ayuda a favorecer las relaciones sociales; porque es una ciudad plana que favorece el uso de la bicicleta como medio de transporte habitual; porque vivir hacinados es más verde y contra el cambio climático lo mejor es viajar en ascensor; porque es un destino cercano, próximo a un aeropuerto, con alta densidad de turismo y de urbanismo compacto; porque no crea “valles de cemento” y porque si, como dicen los arquitectos, se construyeran doce Benidorm, el resto de la costa española estaría virgen.
No creo que le halla abierto los ojos a nadie, pero es otra forma de ver las cosas, a lo mejor demasiado positiva. Evidentemente, escuchar definiciones como desastre o aberración urbanística, hortera, agujero negro de las guías turísticas, etc. no anima ni a los gestores que están llevando a cabo acciones para re-posicionar el destino, ni a nadie. Así que, si queréis saber más sobre el tema, los días 20 y 21 de octubre se celebrará el XV Foro Internacional de Turismo de Benidorm con el lema Ociurbe Sostenible: de la teoría a la práctica.
Para terminar, de regalo os dejo un video del Canal Historia hablando sobre Benidorm. ¡A disfrutarlo!
¡Benidorm sí! Enorabuena por este gran post!
Muchas gracias por tus ánimos Marian! ;-)
Tienes mucha razón. Me gustaría añadir algo que puede pasar desapercibido, y que toda esa gente que critica este modelo turístico parece olvidar, y es que hay que reconocer en Benidorm una importante labor social. Si no hubiera existido este producto, ¿cuántos madrileños o cuentos viejecitos de La Mancha, por ejemplo, habrían conocido la playa durante las décadas de los 60, 70…? Además gracias a Benidorm muchas familias pudieron viajar por primera vez en sus vacaciones, empezando a intrudicir lo que hoy ya es algo normal, y es el hacer turismo durante las mismas.
Muchas gracias por tu aporte Elisa! ;-)
Es verdad lo que dices, sobre lo que has comentado de los españoles que han podido disfrutar en sus vacaciones del turismo. Este verano he leído muchísima información sobre ello, que decía que los leoneses y extremeños, por ejemplo, elegían en primer lugar Benidorm como destino donde pasar sus vacaciones estivales. Aquel impulso que se produjo a partir de los años 60 todavía hoy se sigue manteniendo, y eso es bueno.
Guuuauuu! Pedazo de post que te has marcado Juando! :D (eso sí, lo más guay ha sido la música del vídeo, rollo de la época e incluso rollo abba, cómo mola! jajaja).
Estoy de acuerdo en todo lo dicho. Y no entiendo pq hay gente que lo pone tan tan mal… :s
Yo lo único q sigo viendo mal en Benidorm (y en la costa alicantina en general, y en Murcia, etc, por poner ejemplos q he visto) es q por muy sostenibles q sea, no deberían permitir que se construyeran (tantos) campos de golf en una zona donde no hay suficiente agua. Esa parte desde luego que no es sostenible ni beneficiosa. Pero claro, da pasta… mucha pasta.
Pero bueno, está claro que toda ciudad puede mejorarse, y Benidorm, aunque para mi gusto le sobran campos de golf, piscinas, edificios demasiado cerca del mar y strepers/»stripors», es una ciudad increíble que no puede compararse a las zonas de costa próximas. Ninguna tienen lo que tiene y es Benidorm.
P.D. Eso sí, yo siempre preferiré siempre zonas como Sitges o Lloret de Mar…
P.D.D. «Ociurbe» xD q gracioso!
Gracias por tu aporte Rebeca! ;-)
La gente suele creer que el mejor turismo sostenible se hace en lugares donde uno se puede encontrar «sólo» o sin una excesiva concentración urbana, error. En este caso se habla de sostenibilidad respecto a los destinos que intentan vender la sostenibilidad con cabañas de madera a la orilla de la playa; sólo para desplazarte en avión hasta ese lugar se consumen ingentes cantidades de combustible y eso no es sostenible. A lo mejor, el «resort» a la orilla de la playa en si sí es sostenible, pero no el medio para llegar a él.
Respecto a lo campos de golf es una polémica que no se sabe si beneficia realmente o no, es verdad que en nuestra zona el agua es un bien muy escaso y que las desalinizadoras son realmente muy costosas, pero como tu dices, deja mucho dinero. Además jugamos con ventaja, la temporada alta de golf aquí (octubre-marzo) es cuando el sol y playa vende menos, provocando una desestacionalización muy beneficiosa.
A Benidorm puede que le sobre algo, y que también le falte algo, como dices, pero evidentemente no tiene nada que envidiar a otras zonas costeras. Sitges o Lloret de Mar intentan ser una copia sin tanta fortuna como el modelo turístico de Benidorm, evidentemente para gustos están los colores.