El día 27 de diciembre del año pasado recibí una sorprendente llamada de teléfono, ¡me había tocado un viaje para hacer la Ruta 66! Lo primero que pensé fue «estos han adelantado las inocentadas«, pero no, no se habían adelantado y yo tenía 5 días para confirmar la aceptación del premio. Aunque resulte disparatado, estuve dudando 4 días (sí, el español dejándolo todo para el último día), hasta pensé venderlo por un «módico precio», pero al final entre mi familia y amigos me convencieron. Todos me decían: «si no lo aceptas estarás dejando pasar una oportunidad única de hacer la mítica Ruta 66, ¿quién estaría tan loco como para dejarlo pasar? ¡Todo el mundo quiere hacerla!«. Durante estos casi 4 meses que han pasado, a parte de las envidias levantadas (espero que sanas), he estado preparando y planificando parte del viaje. Vamos, como cualquier otro viaje, pero este de forma algo distinta a lo habitual.
Me explico, todo viaje comienza mediante una inspiración o un sueño, ya puede ser de las fotos que ha publicado un amigo en Facebook, del artículo que ha escrito alguien al que consideras un prescriptor o de los reportajes que hacen los programas como Españoles en el Mundo o Callejeros Viajeros. Cualquier formato, y más si es online, puede ser suficiente para provocar esa necesidad interna de «quiero estar allí«. Este ha sido mi caso, inspirarme viendo los reportajes, las fotos y los blogs de españoles adictos a la Ruta 66.
Dejando atrás la primera etapa del viaje, la siguiente es la planificación. Esta etapa es fundamental a la hora de hacer un viaje porque de aquí sale lo que vas a ver y lo que vas a hacer cuando llegues a tu destino, pero antes de salir de casa. Es como si realizaras el viaje sentado delante del ordenador. Lo se, dicho así parece un poco triste pero es la mejor forma de no perder el tiempo e ir directamente a lo que te interesa. Personalmente me gusta planificar al milímetro cada viaje que hago, pero me gusta mucho más sorprenderme con algo que no estaba en la lista de «cosas para ver/hacer».
Ahora que ya tengo planificado lo que voy a ver/hacer en el viaje, llega el momento de comparar precios, sobre todo de los transportes y los alojamientos. Esta es una de esas etapas que se tragan tu tiempo como si no hubiera un mañana. Personalmente es una de las etapas que más me gusta, pero también es la más aburrida. «Pierdes el tiempo» buscando en miles de comparadores, páginas de OTA’s (Online Travel Agencies), de las compañías aéreas, de Renfe o de alquiler de coches qué precio es más bajo, cual ofrece mayor seguridad, el más cercano al centro, el mejor horario y así un sinfín de factores personales. Después es importante (pero no necesario) buscar la opinión que tienen otros usuarios de los servicios que vas a contratar y si no te convence puedes volver a empezar. Pues bien, yo este paso me lo he saltado, ya que al ser un paquete cerrado en el que ya van incluidos vuelos, hoteles, alquiler de coche, etc. no he tenido que preocuparme; si quería modificar algo había que pagarlo.
Bueno, la comparación lleva casi implícita la etapa de la reserva, ¿por qué ibas a estar comparando entonces? Pues bien, esta es otra etapa que también me he saltado. Aunque siempre habrán intrépidos que se desplacen a un destino sin reserva previa, por ejemplo los mochileros.
Ahora, después de las horas delante del ordenador y del trabajo realizado en casa, toca disfrutar del viaje: ¡esta sí es la mejor etapa de todas! Es el momento de desconexión, de dejar apartado por un tiempo la vida cotidiana. Aquí conoces, descubres y vives experiencias que recordarás el resto de tu vida. Y la mejor forma de revivir todo esto se da en una etapa, que normalmente se ha situado al final de este círculo vicioso pero que actualmente está implícita en todas y cada una de las etapas, como es el compartir tu viaje. Lo normal hace unos años era volver de tus vacaciones, invitar a tus amigos/familiares a casa y empezar con un ritual (casi satánico) de fotos y vídeos. Después empezamos a subir las fotos a Flickr o Facebook, los vídeos a Youtube y la opinión sobre los hoteles a TripAdvisor. Pero ya no hace falta volver del viaje para compartir todo eso, ahora utilizas los mismos canales (o casi los mismos) para que los demás te acompañen en tiempo real y de forma virtual, compartiendo tu viaje con ellos.
Los viajes ya no son lo que eran, ahora compartimos lo que encontramos y les pedimos consejos y opiniones a nuestros conocidos durante el resto de las etapas del viaje: a la hora de inspirarnos, de planificarnos, de comparar y de reservar. Todo el contenido que generamos en internet complementado por el uso masivo de smartphones y tabletas está consiguiendo modificar la experiencia de realizar un viaje, en mi opinión, para mejor. ¡Bueno y de mi viaje a Estados Unidos ya te contaré!
Imagen arriba a la derecha The 5 Stages of Travel de Google y abajo a la izquierda de brettkiger (Flickr) bajo licencia Creative Commons.
Hola Juan, interesante la plasmación de la metodología de Google sobre un viaje real, el tuyo. Y por cierto, enhorabuena por el premio y que lo disfrutes. No te olvides de compartir, antes, durante y después. Saludos, David Mora.
La verdad es que esa era mi intención, ¡compartirlo todo! Pero hay problemas sin resolver que nos afectan y mucho a los viajeros: las prohibitivas tarifas de internet en el móvil y los hoteles sin wifi gratuito; haciendo muy complicado compartir el viaje. Así que nada, cuando vuelva me tocará hacer varios «rituales satánicos».
Muchas gracias por tus palabras, David! ;-)