Hace poco me dijeron que sólo un 5% de las personas que están en internet son las que crean contenido, es decir, escriben en blogs (propios o colaborativos), crean y suben sus vídeos a Youtube y Vimeo, sus fotos a Instagram y en menor medida a Flickr, realizan rutas turísticas en Foursquare y comparten sus salidas en bicicleta con Wikiloc, crean mapas con los restaurantes de tapas de su ciudad con Google Maps y un millón de cosas más. ¿Y el resto? El 95% restante sólo comparte este contenido con sus amigos y sus followers, que ya es. Puede que por motivos profesionales o personales no tengan el tiempo suficiente y necesario para ello; y lo entiendo. Se que no es fácil ponerse, tomar acción y crear, no todo el mundo «pierde el tiempo» en hacer cosas para que se queden en internet.
Cuando digo «para que se queden en internet» me refiero a que no siempre se sabe dónde puede terminar ese contenido. Un vídeo de Youtube tal vez se termine utilizando como relleno de un programa de televisión (sin tu consentimiento y sin citarte como fuente) y/o una foto subida a Facebook como imagen de un anuncio de una marca de bebidas alcohólicas (para comprobar esto sólo tienes que leerte la Política de uso de datos y Condiciones). O tal vez no. ¡Cómo nos gusta demonizar a los medios sociales! Aunque una cosa si deberíamos tener clara, crear algo para internet te convierte automáticamente en una figura pública, y como tal, expuesta a los demás usuarios.
Un ejemplo de figura pública lo puede representar un corto francés que descubrí hace poco gracias a un tuit de Clara Soler:
Simple, ¿no? La tecnología te ayuda a compartir tu vida, aquí y ahora, con todo el mundo gracias a los medios sociales. Te conviertes en la estrella con el (normalmente) único objetivo de complacer tu propio ego. Ser un exhibicionista está ahora en tus principales tareas del día, aunque no te des cuenta. Toda tu vida digital, la que se apoya siempre sobre una vida social real, podría desaparecer de un segundo a otro. Pero puedes llegar a controlarlo casi todo y utilizarlo en tu beneficio. Por ejemplo, si escribes en un blog y no tienes inspiración para tu siguiente post puedes lanzar preguntas, desvaríos, reflexiones para que tu comunidad te ayude. Este post es un ejemplo de ello.
Compartí en Facebook un vídeo de Google Maps encontrado en Youtube (¡cuánta marca…!) con un comentario y las respuestas no llovieron pero sí me ayudaron a reflexionar sobre ello. Este es el vídeo:
Este fue mi comentario: Si Google sigue haciendo de las suyas, de aquí a nada dejaremos de viajar como hasta ahora y lo haremos sentados delante de una pantalla. ¡The future is now! Recibiendo estos dos: Jamas se podrá sustituir la geolocalización a la estancia real en un lugar. Y como justificación, los sentidos. Cuando estás delante de la pantalla visitando el Louvre solo la vista interactúa, cuando estás allí, puede que huela a gofres. Paks Cerdán. Las imágenes son muy bonitas, te ponen en antecedentes, te pica más el gusanillo por visitar ciertos sitios, pero si no lo vives, si no lo «pisas» y lo sientes, se te olvida a los cinco minutos. Lo mejor de los viajes no es lo que queda en las cámaras de fotos, es la huella que te van dejando dentro. Chelo Romera.
A parte de tener muchísima razón, ellos no crean contenido directamente, sino que se nutren de lo que ya hay creado. Comparten y refuerzan sus ideas, sus reflexiones y ayudan sin saberlo a que otros les mencionen como inspiración de sus posts. ¡Gracias!
Muy buenas reflexiones que darían (como otras veces) para varios debates: crear es una cosa y compartir, sin desmerecer, otra, siempre que se tenga la honradez de citar la fuente y reconocer el trabajo ajeno (dos cosas que, parece, cuestan bastante).Es muy importante valorar la información propia e independiente porque cuesta tiempo, dinero y dedicación… El consumo masivo y a toda velocidad de la información online parece minusvalorar estos ingredientes pero hay que recuperarlos y hacer justicia con algunas fuentes de información que, aunque pequeñas, están especializadas y cuidan mucho los detalles. En realidad, avanzamos cada vez más hay una segmentación de las fuentes donde va a terminar primando más la calidad que la cantidad… Y… aunque la mona se vista de seda, mona se queda: antes eran»sólo» los programas de la tele y los libros, también el cine, los que inspiraban los viajes… Ahora también lo hacen los mapas 3D y sofisticados programas informáticos, buenas fuentes de inspiración y conocimiento que no pueden sustituir la experiencia real aunque sirven, y mucho, para conocer un poco mejor nuestro planeta. El hecho de no poder realizar el viaje no significa que no podamos (y debamos) saber que existen determinados lugares ;D
Cuando empecé a escribir este post no sabía cómo iba a terminarlo y si lo hubiese escrito a la vieja usanza, con máquina de escribir y papel, hubiese formado una buena montaña de «borradores». Pero al final salió esto, un arrebato al contenido y a la difusión cívica, o mejor dicho ética, del mismo.
Tu comentario me ha reforzado aún más la idea de que al final la calidad prima sobre la cantidad; la única ISO que tengo que respetar es la de los lectores. Y el hecho de que la tecnología haya modificado las formas de inspiración tradicionales no creo que sustituya la verdadera experiencia de realizar un viaje. Siempre nos quedará Google para dar a conocer lugares que no podamos visitar.
Muchísimas gracias por tu aporte! ;-)